La aplicación de la Inteligencia Emocional en el ámbito laboral
El término de “Inteligencia Emocional” (IE) fue utilizado por primera vez por Peter Salovey de la Universidad de Harvard y por John Mayer de la Universidad de New Hampshire, ambos psicólogos.
Cinco años más tarde Daniel Goleman escribirá su libro “Inteligencia Emocional”, a la que definirá como:
“La capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los ajenos, de motivarnos y de manejar bien las emociones, en nosotros mismos y en nuestras relaciones”.
En 1998, Daniel Goleman publicará otro libro: “Inteligencia Emocional en la Empresa”, en el que explica sus experiencias y describe veinticinco aptitudes emocionales que fundamentalmente debe tener un líder para desarrollar su trabajo con coherencia y eficacia. Anteriormente, en concreto un año antes, Robert Cooper y Ayman Sawaf, habían publicado “La Inteligencia Emocional aplicada al liderazgo y a las Organizaciones”, volumen que adjuntaba el primer test estadísticamente aprobado para la determinación del Cociente Emocional.
La radical importancia del desarrollo de esta capacidad que hace que se hay convertido en una gran herramienta en cualquier campo, pero sobre todo en el empresarial, se debe a:
- La existencia de modelos de cultura organizacional débiles en los que hay una baja interconexión entre los trabajadores y la misma (falta de identificación).
- Los conflictos entre empleados y líderes a nivel comunicacional y operativo.
- La necesidad de conseguir una motivación real en el trabajo en equipo y en el liderazgo de grupos.
Las líneas a seguir serían:
- Evaluar el trabajo, evaluar al individuo y comunicar las evaluaciones con prudencia.
- Medir la disposición, motivar en la justa medida, concentrarse en objetivos claros y factibles que el individuo pueda autorregular por si mismo.
- Evitar recaídas brindando críticas constructivas sobre el desempeño, alentando a la práctica, buscando apoyos, proporcionando modelos y dando aliento.
- Finalmente evaluar el desarrollo del proceso.