La interpretación en el aula está basada en los efectos que tiene sobre la conducta la utilización de técnicas psicodramáticas. Éstas técnicas pueden usarse de forma efectiva en cualquier campo que requiera cierta exploración de las dimensiones psicológicas de un problema, es por tanto válido en educación, terapia y relaciones laborales.
Comprender y tratar los temas actuales frecuentemente requiere un aprendizaje vivencial y de participación, complementado con un análisis.
Al evidenciar de forma objetiva el resultado de lo visto, nos hacemos conscientes de cómo en ocasiones utilizamos el lenguaje verbal y no verbal de forma opuesta a nuestros propósitos.
Por ejemplo: En una ocasión en que estábamos “representando” una situación de entrevista de evaluación, sucedió lo siguiente:
A lo largo de la acción formativa habíamos repetido la necesidad de hacer partícipe al evaluado del proceso y asociar la petición de cambio a cualquier indicio para, partiendo de lo que se hace bien, pactar una mejora.
Planteamos el ejercicio y la sorpresa fue que los participantes realizaron una “representación” de un encuentro educado, formalmente cortés e incluso amigable.
Al ser preguntado, el evaluado contestó que había tenido la sensación de que su evaluador ya tenía un dictamen en su cabeza y aquello no servía de nada.
Por su parte el evaluador no manifestó ninguna confianza en que se fuese a producir ninguna mejora.
El resto del grupo, en líneas generales dijo que la entrevista había estado bien, solo eso, bien.
Seguidamente pasamos a analizar punto por punto la escena que habíamos visto, en ella se notaba que el lenguaje verbal, en nada se correspondía al no verbal:
Se miraron, se saludaron, estaban sentados en actitud de cercanía... y el inicio fue algo parecido a esto:
- “Qué tal ya estamos aquí como todos los años a ver que tal te has portado esta vez... ¿cómo te has visto?”
Se queda escuchando con una sonrisa antes de pasar de nuevo a la acción y dar el toque de "¿motivación?" del que habíamos hablado:
-“Pues yo aquí, te voy a poner un apto porque sé que lo puedes hacer mejor”
Antes de seguir analizando el ejemplo, destacaremos cómo la actuación dramática es un estado intermedio entre la realidad y fantasía. El modo es ficticio, pero la experiencia es muy real. En la parte ficticia podemos realizar cosas que pueden incluso estar fuera de nuestro alcance actual, como por ejemplo, adoptar el papel de nuestro superior, cambiar patrones de conducta y exhibir nuevos rasgos. Pero una vez vivenciadas, aunque de modo ficticio, estas nuevas experiencias pueden formar parte de nuestro repertorio real.
Siguiendo con el ejemplo, nuestro evaluador, una vez analizada y comentada la secuencia puede incorporar a su repertorio una forma de motivar más acorde que la anterior y lo más importante, tanto en éste, como en todos los grupos, existe una enorme diferencia entre las primeras “representaciones” que se realizan y las últimas, lo que sin duda denota la utilidad de estas técnicas a la hora de incorporar respuestas mejores.
No es lo mismo hablar sobre cómo haríamos una entrevista de evaluación, ni sobre nuestra experiencia al respecto, que ponerse y efectivamente planificar y llevar a efecto dicha actividad.
Con una representación, podemos alcanzar uno o más de los siguientes objetivos:
- Dar forma a los propios pensamientos, sentimientos, motivaciones conductas y relaciones.
- Superar un modelo que aun sin agradarnos, tendemos a reproducir por aprendizaje vicario.
- Mejorar la comprensión de las situaciones, de los puntos de vista de otras personas y de nuestra imagen o acción sobre ellas.
- Investigar y descubrir la posibilidad y la propia capacidad de nuevas y más funcionales opciones de conducta, adoptando nuevas respuestas.
- Ensayar, aprender y prepararse para implementar conductas o respuestas que se han visto muy efectivas en otros.
Además, siempre podemos enriquecer los ejercicios mediante la suma de reglas y principios, unidos a conceptos tales como: la espontaneidad, la acción corporal y verbal, el encuentro, la teoría de roles, etc, que orientan y sustentan un conjunto de técnicas y recursos, tales como: la inversión de papeles, el soliloquio, el doblaje o la proyección de futuro, muchos de los cuales son adoptados frecuentemente para el entrenamiento en aula.